La extracción de miel de abejas con una máquina centrífuga fue invento de un apicultor italiano antes de 1900; sin su aporte se habría continuado la costumbre de matar a las abejas con crías, reina y más víctimas de la colmena indefensa para conseguir la mejor cosecha.
Actualmente hay aparatos muy sofisticados que son capaces de obtener hasta la última gota de miel sin dañar los cuadros llenos de cera. ¿Pero cuánta miel es posible extraer sin perjudicar a las abejas?, y qué es la miel para las abejas y para nosotros, fascinados con ella como alimento y medicina.
A diferencia de los humanos, las abejas garantizan la subsistencia alimentaria de todos los miembros de la comunidad ofreciendo su vida se ser necesario para que, después de la reina, cada una tome la ración diaria suficiente que garantizará una saludable y corta vida.
Primero aseguran producir comida para abastecer toda la colmena de 50.000 miembros durante un año, y luego almacenan miel para la temporada de verano.
El primer piso es el lugar dónde las abejas viven y se proveen de alimento; el segundo piso se convierte en la bodega de aprovisionamiento para tiempos difíciles. Los apicultores no podemos quitar a las abejas más que el excedente, lo que sobra, ubicado en el segundo piso de la colmena de cuadros móviles que usamos. Hacer otra cosa sería someterlas a una presión absurda.
Al recoger la miel de los cuadros en la buhardilla dorada, preferimos aquellos que no han sido operculados pero están a punto; es decir, las celdillas que pronto van a cerrarse con cera virgen y a esterilizarse usando propóleos. Miel recién hecha, de aroma intenso y sabor fuerte, será la mejor para cuidar la salud de la gente.
Procedemos con un ahumador y uno de los amigos que nos visita es el asistente del maestro Jorge, quien delicadamente selecciona los cuadros óptimos y los coloca en una caja vacía.
Sólo usamos un centrifugador pequeño de Don Alcoacer; por aquellos azares del destino perdimos la compra de uno y no hemos logrado concretar otra hasta hoy; las prioridades permacultoras se multiplican y el extractor de Jorge tiene cierto encanto porque lo armó con una cadena de bicicleta y un pedal, al más puro estilo de una bonita bicimáquina.
Dándole al pedal logramos mover la estructura que contiene los diez y seis cuadros de miel; así, el líquido anhelado cae sobre el tambor y desciende hacia un embudo que filtra nuestro tesoro.
Los cuadros no se tocan; intactos pasan de nuevo al panal y solamente una vez al año, en temporada de mayor producción, limpiamos la cera virgen en un destilador solar para elaborar las cremas y pomadas de Aromaterapia Mágica.
Cuando empezamos este hermoso oficio colocábamos cuadros con cera estampada que las abejas usaban de base para construir, hasta que supimos la verdadera intención de las formas: hacer que ellas hagan más miel y más rápido. Ahora preferimos darles el tiempo que necesiten para levantar sus propios panales. La cera es más aromática y concentrada, la miel, más rica y las abejas se encuentran contentas, son mansas y tranquilas de modo que van y vienen por el huerto para beber agua y alimentarse con las flores de brócoli y matico.
Es posible hacer una centrífuga de bajo costo con los siguientes materiales:
Un tanque con embudo y tapón en el fondo, una estructura donde caben los cuadros en dos filas, un piñón, cadena y pedal de bicicleta.
La bicimáquina de don Jorge funciona perfectamente y puede procesar veinte litros de miel en cada extracción sin problema, su costo en relación con las máquinas centrífugas no tiene punto de comparación, de diez a uno, y es posible mejorar el prototipo forrando el tanque y construyendo toda la estructura con acero inoxidable.