Una de las pomadas más antiguas que se conocen es el Cerato de Galeno, elaborada por el célebre padre de la medicina (130 – 200), de uso corriente en preparados magistrales dermatológicos hasta el presente. Con una base de cera de abejas virgen, esta famosa pomada se usó durante mucho tiempo para curar la dermatitis, la psoriasis, los excemas y otros problemas de la piel asociados con cicatrices, escaras y más dolencias, muchas de ellas consideradas crónicas. El cerato se hacía con agua de rosas, y algún ingrediente secreto que se interpretó de manera creativa dando a luz diferentes pomadas que tienen en común la combinación alquímica entre la fórmula, las proporciones y los procesos de la pomada regeneradora. La cera virgen forma una capa protectora sobre la piel, que la aísla de factores ambientales como la humedad exterior, el polvo, los efectos del sol, pero la mantiene hidratada gracias a la textura y propiedades de los ingredientes naturales. @