La Madre Tierra ha empleado miles de años para formar suelo fértil, pocos centímetros cada año en espacios cubiertos por hojarasca. En el plan maestro de la Pachamama no figuró la agricultura, ni se instauraron los cultivos intensivos; estos inventos humanos en realidad alteran el plan del bosque, real construcción de su mano para crear la vida.
Los cultivos intensivos requieren fertilización directa para que las plantas puedan absorber nutrientes, el suelo se desgasta inevitablemente cuando ellas, literalmente los absorben. Así pues, crear un suelo que se regenere a si mismo y siempre sea fértil es el sueño y el objetivo de la agricultura orgánica.
Con ese objetivo cosechamos microorganismos en la tierra fértil y los multiplicamos con bacterias, hongos y levaduras que aceleran el proceso de descomposición de la material orgánica. Los abonos tipo bocashi, con una mezcla de tierra, fermentos, melaza, agua, carbón, excremento, rastrojos y silicio logran reproducir bacterias benéficas que los microorganismos prefieren para multiplicarse creando suelo vivo.
Por esa razón hacemos bocashi constantemente, lo enriquecemos con silicio para dar mayor estructura a los plantines del vivero y siempre intentamos que sea comunitario, con vecinos campesinos, para que todos podamos re-aprender las formas de la Madre Tierra en lugar de aplicar los venenos de la industria.
El caso de la familia Oñate, en la comuna de Ajumbuela – Urcuquí
Don Eduardo y doña Maritza son vecinos de Shungo Tola, viven en la loma de enfrente y tienen una plantación de quinientas granadillas como monocultivo desde hace cinco años. Las han fumigado de manera sistemática para combatir al trip, que se incrementó casi infinitamente hasta matar más de doscientas cincuenta plantas. Cuando lo conocimos por casualidad estaban por vender la propiedad e irse de Ajumbuela, agobiados por los costos del veneno, casi $90 por fumigación y cada vez con peores resultados.
Se sorprendieron al ver las veinte plantas de granadilla de nuestro huerto, de seis meses de edad de más de tres metros de altura ya rodeando la cerca de bambú que las sostiene. ¡Imposible! -fue su expresión- las granadillas crecen medio metro cada año. -Es el bocashi -contesté segura de las bondades del abono orgánico.
Es un hecho, las plantas agradecen inmensamente el aporte de microorganismos y de silicio que confiere buena forma. Nuestros amigos nos acompañaron a producirlo y ahora lo preparan y aplican a los cultivos. Construyeron un galpón donde hacemos bocashi juntos. He ahí un nuevo emprendimiento que empezamos a abonar con muchas ideas comunes y un molino en conjunto, que ahora se han convertido en Biorgániko, abono biofermentado. La familia Oñate después de seis meses está produciendo granadilla orgánica de exportación y redujo sus costos al 90% de lo que acostumbraban.
Estamos felices de pensar en apoyarnos para emprender este nuevo futuro.
El problema es la solución pues las mariposas monarca, las mariquitas y otros insectos almuerzan trips en los días soleados y se alojan en las hojas de las granadillas libres de químicos. Este comportamiento de los insectos nunca se había presentado en los cultivos de nuestros vecinos porque el veneno no es selectivo y arrasa con todo. Abajo, con ellos hacemos el primer silicio que se prepara con cascarilla de arroz en un tanque de combustión lenta.