CUENTOS DE LA VIDA Y EL TERRITORIO CHACHI – Doris Arroba
La montaña de donde brotan las milagrosas aguas de Chachimbiro es un volcán que podría tener más de un millón de años. En ese tiempo, las montañas vivían con el corazón y amaban profundamente, podían ser hombre o mujer, creados a la semejanza del Gran Espíritu del Universo. Ella era una de las más hermosas, siembre verde y de larga cabellera llena de nogales, que hasta el día de hoy se puede ver desde Kawaskí.
Su marido fue el Cotacachi, gigante y hermoso, entonces tenía nevado el penacho de su cumbre y atraía a todas las montañas con la luz de su brillo de hielo, era más elevado y poderoso que el Imbabura, dispuesto a demostrar quién dominaría el valle de Chachimbiro para siempre.
Ella tuvo mucha paciencia, durante siglos espero que el Cotacachi la amara como se merecía, y aunque las habladurías eran innumerables sobre sus amantes secretas, trató de ignorarlas y siguió esperando que un día le fuera fiel. Ese día desgraciadamente nunca llegó, pero sí el tiempo final de su espera.
Aquel amanecer todo parecía igual que siempre, las montañas preparaban nuevos paisajes con ríos y lagos de agua dulce y fresca, muchos animales fueron convocados para pastar, volar, y reptar en los suelos fértiles de Chachimbiro. De pronto una nube negra inundó el espacio de un día perfecto y ella explotó con tanta rabia contenida que todo voló por los aires, como en el instante mismo de la creación.
Su furia alcanzó al Cotacachi y lo empujó fuera de su vida y de su territorio, decidida como estaba a no vivir la desgracia del engaño y el mal trato de su veleidoso corazón.
Así fue como él murió para siempre como hombre y ella se convirtió en viuda.
Desde el centro de su pecho se abrió una fuente de lágrimas saladas y brotó el río más caudaloso del valle. A borbotones salió el agua santa de sus entrañas, salada y dulce al mismo tiempo, llena de medicina para las personas que pronto vivirían una nueva historia junto a ella, bendecidos con la magia de sus aguas curativas.
Esto pasó según nos cuentan los abuelos y abuelas chachis desde una memoria antigua, hace cuatro mil ochocientos años, y concluyen la historia al reconocer a la loma Chachimbiro como su nuevo compañero, amigo y amor que la confortaría hasta el día de hoy. También es un volcán que empezó su vida de esta manera, y por ahora está dormido.
El Gran Espíritu le dio a La Viuda un nuevo marido y al Cotachachi una vida distinta como mujer sagrada. La convirtió en la Máma del pueblo Chachi, conocida en adelante como María Isabel de las Nieves, la eterna madre montaña.
Los sitios de Chachimbiro, Urcuquí, San Blas, Tumbabiro, Pantaví y Ajumbuela se asientan en el territorio que construyó La Viuda con tan poderosa explosión; este río eterno de aguas subterráneas forma el valle más fértil de la sierra norte de Ecuador conocido como El Chota, si bien éstas son salobres y aptas solo para el cultivo de caña de azucar y alfalfa, su poder curativo es enorme porque las sales minerales de las termas de Chachimbiro alivian dolores de huesos, debilidad de varios órganos, especialmente el hígado y los riñones; también fortalecen el corazón y dicen que curan el mal de amores.
Ajumbuela, San Miguel de Urcuquí, agosto de 2020