Luna, luna, como tú ninguna, dame tu amor, tu luz y tu fortuna.
He perdido la memoria del primer día cuando seguí a la Luna. Siempre, podría decir y no mentiría, porque me interesó la conexión que existía entre nosotras y Ella. La observación de los ciclos y las fases, la relación con mis propios ciclos y fases emocionales y físicas siempre fue especial y considerada.
Sin embargo, recién en el año 2014 me encontré con La Luna de Jairo Restrepo. Recuerdo que el libro llegó a mis manos en Argentina, luego del primer curso ABC de la Agricultura Orgánica y el primer PDC en ese país. No lo leí una vez, hasta ahora van seis veces que lo repaso entero y sigo descubriendo aspectos fascinantes sobre la influencia de la Luna en la agricultura.
En el 2015 hice el primer calendario lunar para Shungo Tola siguiendo esa enseñanza y, desde el 2019, publiqué una impresión de escritorio. Ahora está lista la versión digital del 2023 que incluye el servicio de asesoramiento lunar. Me habría encantado tenerlo cuando empecé el trabajo de diseño del huerto y de nuestro bosque comestible. Seguramente habría cometido menos errores y conseguido más aciertos a la hora de cosechar con éxito todo lo que sembramos, cada Luna, siempre desde hace ocho años.
Ahora, en el 2023 añadiré varias sutilezas importantes de la agricultura biodinámica, el nuevo descubrimiento en el que me encuentro inmersa con la Asociación Biodinámica del Perú. Como dice Rudolf Steiner, las personas estamos vinculadas con el ciclo lunar, pero las plantas están determinadas. Se rigen por esta influencia vital y dependen absolutamente de ella, sin libertad posible.
Por esa razón es tan importante germinar semillas en cuarto menguante, cuando las fuerzas de la luna y el cosmos están en el suelo, y la gran explosión que elimina la vida de la semilla, convierte su ser en planta para empezar desde ese caos y muerte, una nueva existencia terrenal.
Desde que sigo a la Luna y recomiendo su observación, no temo corregir errores del pasado, por ejemplo, cuando ubiqué mal un arbolito de nectarina y tuve que hacer un trasplante. Elegí luna llena, pues las raíces estarían libres de savia, todos los fuídos arriba, para sacar la raíz efectuando el mínimo daño a su estructura.
El agujero que recibe la planta debe ser profundo, el corte de la raíz tiene que ser mínimo, pero el momento de hacerlo es quizás lo más importante. Sin dudarlo: luna llena. Ahora el arbolito nos da frutos y es muy feliz en un lugar del bosque rodeado de sus hermanas duraznos, claudias, manzanas y protegido por una cortina de viento.
La luna llena es el mismo mágico momento que permite hacer un injerto con éxito. No porque hay un influjo extraño y misterioso que nadie consigue explicar, sino debido a que los fluidos de la madre y el receptor están arriba y empezarán a circular enseguida.
Hay muchos detalles que considerar a la hora de elegir un mejor día para sembrar, por ejemplo, raíces, rubérculos, rizomas y bulbos, pero si procedemos en cuarto menguante garantizaremos una fuerza adicional en las raíces y un crecimiento vital hacia los tallos. En cambio los tallos, las hojas, las flores y los frutos estarán más agradecidos si los plantines se ponen un día en cuarto creciente, sin sol, muy temprano en la mañana. Toda regla tiene su excepción, pero las razones tienen que ver siempre con esta influencia.
En agricultura, seguir a la Luna es indispensable, sobre todo si queremos lograr que el cielo nos acompañe en los esfuerzos que hacemos para dar vida a la vida que nos regala el suelo, el Sol, y esta querida abuela que nos ilumina cada noche.
14 de noviembre, luna llena en Escorpio.