El ungüento es una preparación muy antigua, empleada por curanderos, yachags, shamanes, hombres y mujeres de medicina hasta nuestros días, preparado en base a grasa animal y esencias de plantas y flores. Se usó y se usa para tratar cicatrices, graves dolencias poco comunes como descamaciones de la piel, actualmente muy extendidas, y para curar afecciones de órganos internos con masajes y fricciones.
Se ha perdido en el tiempo el origen de la preparación de la esencia de jazmín, por ejemplo, que dejaba impregnado su aroma delicioso en la grasa de cerdo muy destilada. El ungüento resultante de esta mezcla conocida como “effleurage”, originaria de Francia, se usó para proteger las pieles más delicadas. La grasa animal se sustituyó alternativamente por bases vegetales con una consistencia similar, como la manteca de cacao, la manteca de karité, el aceite de oliva o de almendras con cera de abejas.
El avance en el uso masivo de los derivados del petróleo que caracteriza la práctica de la cosmética y la medicina actual sustituyó la grasa animal o vegetal por lanolinas y vaselinas de síntesis química que en principio prometían costos muy bajos como base de compuestos sintéticos. A todo ello se sumó la escasa eficiencia de este tipo de preparaciones que carecen de propiedades curativas porque las bases minerales no son buenos vehículos para los componentes de los aceites esenciales. Esto hizo necesario el uso de fragancias que pretenden suplantar el efecto terapéutico de las esencias naturales. El resultado fue la sustitución de los ungüentos curativos por medicamentos cada vez más fuertes y menos efectivos.
Actualmente un número cada vez mayor de personas busca la magia curativa de los antiguos ungüentos de aromaterapia.
Effleurage: más sobre el uso de materia grasa para obtener esencias, con el método que se hizo famoso en la novela ‘El Perfume’ de Patrick Suskind. https://www.google.com.ec/#q=effleurage