El mes que concluye nos ha dejado muchas enseñanzas, al notar las señales del Inti Raymi en el huerto. Este es un calendario lunar y no solar, pero el taita Inti es un referente eterno. En este año sembramos justamente en el equinoccio de marzo, como lo hacían los caranquis y los incas. Nuestra chacra de maíz morado, papas orgánicas (un trueque por miel de abejas), vainita amarilla, jícama, puerros, camote y flores va muy bien. No hay plagas que nos sorprendan.
La Luna se siguió al pie de la letra en el cielo, porque sembramos en cuarto creciente el maíz y en cuarto menguante las papas, porque tuvimos suerte con el agua en cuarto menguante pero también porque planeamos el riego en cada cambio de luna.
Alma Calenda también nos recuerda cuándo y cómo cuidar nuestra salud. Hemos olvidado lo que decían los abuelos y abuelas, por ejemplo, mi tía Carmelita me instruyó sobre el corte de cabello y la atención a ciertos días de cuidado al cuerpo; mi madre me habló de la siembra con la luna cuando regaba sus plantas en el jardín y yo era apenas una niña. La Luna ha estado ahí, misteriosa y presente siempre en mi vida, pero apenas en el año 2015 comencé la tarea de desentrañar los ciclos lunares mediante la referencia de un curso con Jairo Restrepo Rivera en Argentina, y su libro «La Luna, el sol nocturno en los trópicos y su influencia en la agricultura». Desde ese momento, que marcó un hito en mi vida, he registrado cada señal en el aire, los sapos cantando, el sonido de los pájaros, el aroma del suelo, los días de eclosión de huevos en el gallinero, mi cuerpo, mi cabello, la piel… Señales de la Luna que podemos desentrañar si observamos atentos.
La luna de Alma Calenda de julio nos marca el tiempo de siembra de todo tipo de vegetales y verduras, y también el momento de descanso de la chacra. NO es un buen mes para sembrar el maíz, la papa, la jícama, la yuca, el camote, el frejol y el sambo. Los antiguos dejaban la tierra en barbecho, El Inti mejorará el clima en septiembre para la chakra, y mientras tanto la Luna nos ayudará en el cultivo de nuestra comida orgánica para los próximos seis meses.
Deseo sinceramente que este acompañamiento dure todo el mes de julio, al mirar cómo asciende la abuela en el cielo nocturno. La podemos acompañar en el eclipse penumbral del 5 de julio que será visible en toda América. Dicen que no es buen augurio un eclipse, lo que aseguro es que el clima variará lo suficiente para que «paramee» en julio, y si tenemos buena cobertura (sin dejar el suelo pelado), buen abono (bocashi de preferencia) y ponemos atención a las señales de nuestro cultivo, habrá rábanos y lechugas para cosechar a los veinte y ocho días.
Buen tiempo y buena mar, desde este rincón del océano cósmico.
Ajumbuela, San Miguel de Urcuquí, Imbabura, 30 de junio de 2020
